Las batallas épicas de la época de las cruzadas no llegaron a su fin, simplemente, el mundo realmente no es consciente de que esas guerras de fe aún prosiguen en la actualidad.
La cultura occidental, en su mayoría cristiana, ha sufrido un gran progreso a lo largo de su historia, tanto por ofrecer la libertad de elección de su fe, como por la manera de impartir su doctrina. Pero, para otros, ha supuesto un retroceso. En la mayoría de países árabes el acatamiento de esas leyes escritas en los libros sagrados se lleva al extremo. Su mala interpretación y tergiversación se ha convertido en una corrupción de las leyes más importantes de la humanidad, la preservación de la vida humana y la igualdad de todos los hombres.
En estos países tan religiosamente machistas, nacer mujer, es una mala broma del destino y una maldición. Desde que una niña tiene uso de consciencia está ligada a las normas de su padres y hermanos varones, y cuando se casa, a su marido. Tiene prohibido salir a ningún lado sin la compañía de una figura masculina, no es tan inteligente ni tan hábil como su sexo opuesto, está ligada a una cocina, al cuidado de una pareja y de sus hijos, no puede mostrar ninguna parte de su cuerpo, no puede conducir, y menos perder su castidad antes del matrimonio, y así prosigue una larga lista.
Muchos opinan que estos hechos son debido a la tergiversación de los textos sagrados, pero el destino de aquellas que rompen estas reglas se traduce en el país mas occidentalizado a una gran deshonra de tu nombre y de tu familia, mientras que en el resto, con castigos corporales crueles y dolorosos, o incluso la muerte.
Muchas de esas mujeres no conocen más que siempre les han contado y enseñado, la duda comenzaría en el que ocurriría si descubrieran como es la forma de pensar más allá de su frontera.
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