miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ironía del presente

Nos creemos actuales, avanzados, modernos, contemporáneos, que nuestras ideas son totalmente acordes al presente.
No nos engañemos, que vistamos con ropa cada vez más atrevida no significa que nuestra mentalidad esté a ese mismo nivel.
La mayor prueba irrefutable que existe es la simple crítica que encontramos a la hora de hablar de un hombre y de una mujer. ¿Es diferente o igual? El hecho es que halagamos las formas de actuar masculinas, su gran capacidad de quedar con distintas féminas, su liberal estilo de relaciones. Pero no pensamos de la misma manera cuando se trata del sexo opuesto.
En pleno siglo XXI parece que las mismas acciones que realiza una mujer son de perdidas, inmaduras, bastas, barriobajeras, sin clase y más comúnmente, de putas... Nos cohíben a una vida de tradición reprimida y silenciosa por miedo a la enredada red de chismorreos, pretendiendo decir que todo ser humano es igual, pero, la verdad, es que el mundo aún no ha avanzado hasta el punto de ser igualitario socialmente.
Y la ironía es que seguimos desmintiendo esa verdad, para intentar pertenecer a esa ``moderna mentalidad´´.
La sociedad es quien decide que es lo que está bien visto, quien categoriza y valora tu reputación, y quien te censura cuando no cumples esas expectativas.
Y cuando el valor te hace pensar que no tienes por qué pertenecer a ese rebaño de ideas, que no te aporta nada, que te cohibe y limite tu forma de sentir, decides elegir.
Y la verdad, es que tu elección es lo que corresponde a lo mal visto. Una bohemia vida de noches, sin sentido de consecuencias, una libre y poco seria vida de relaciones, unas ideas revolucionarias y poco ortodoxas...
Pero, aún así, esa vida es la que te hace sentir libre, sin ataduras, y sobre todo, la que te hace sentir a ti misma.

Fotografía realizada por Lydia Natour

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