Soy francoticador

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Todos conocemos el oficio del francotirador. Hombres fríos, que se situaban escondidos en la altitud disparando, ya sea a un sólo objetivo o por doquier. Pero la realidad, es que dentro de esta disciplina militar hay mucha más historia.

Antiguamente, en algunos países, sobre todo, que se encontraban en un estado de guerra civil, seleccionaban a un candidato para que realizara esta labor. Pues bien, hasta ahí todos somos conocedores de este hecho, ¿pero que les hacía tan fríos para llegar a disparar en su propio terreno o país, en el cual habitaban tanto familiares como amigos?.

Pues bien, a estos seleccionados, les llevaban a un torre, o a un lugar alto, y ahí, era cuando les encadenaban, con la condición de permitirles bajar en el momento en el que se le agotaran todas las balas. Pero, para que pudiera subsistir en ese tiempo, así como tener el valor, de ser capaz de disparar a ciudadanos inocentes como niños, le dejaban con un suministro, de comida, bebida, en algunos casos tabaco, y droga.

Sí, así era como estos hombres, se convertían en personas sin escrúpulos a la hora de disparar. Bajo un estado de sin-sentido, en el cual, los sentimientos estaban muertos. Y en muchos casos, no eran conscientes a quien iba dirigido ese pequeño proyectil destructor de vida.

Cuando finalizaban esa labor, se les permitía bajar y regresar a sus hogares, hasta entonces, se mantenían atados a esa condena sangrienta. 

Todos vemos las películas, en el que, estos francotiradores, parecen no tener sentimientos y realizan esos asesinatos bajo un nombre, una ideología, un patriotismo... Pero la realidad no resulta tan bonita como la ficción. Esta claro que los tiempos han cambiado, pero, ¿seguirán existiendo en algunos países este tipo de estrategia militar? Puede que nunca lo lleguemos a pensar, pero reflexionar acerca de como el cine embellece la vida real, serían un gran principio.