Elecciones. En ellas se basa el día a día, en escoger el camino que nos lleve a lo que queremos, pero la forma en que llegamos a nuestra meta, será lo que nos distinga entre realizarlo de la forma correcta o la inapropiada. Pues, en esta vida, hay que darse cuenta de lo que podemos dañar o destruir, de lo que arrollamos a nuestro paso, lo que nuestro egoísmo puede llegar a hacer por nuestro propio beneficio, de lo que pueden llegar a ser nuestras consecuencias, ya que, el fin no justifica los medios.
En todo esto, existe una energía llamada Karma, un equilibrio entre el bien y mal, una filosofía de vivir y dejar vivir, un cosmos que castiga los malos actos y pensamientos y premia la buena coexistencia respecto al respeto entre unos y otros, por parte de los que eligen la forma correcta.
En la armonía de la existencia del ser humano, se podría considerar como una forma justiciera, que castiga la infamia, pues uno solo recoge lo que siembra. Es la ley de causa y efecto.
Aquellos que piensan que los ganadores son los que siempre se salen la suya a base de la mentira, el engaño, el daño... deben saber que no, la vida no es la que pone a cada uno en su lugar, sino el Karma.
La forma en que actuamos, nuestros buenos actos, nuestro respeto a nuestro semejantes, será lo recompensado en cierto momento de la vida. No es necesaria la venganza, pues la justicia del cosmos se encarga de impartir la ley de la vida.
El camino, la decisión, la elección... es lo que debemos aprender a escoger.
Fotografía realizada por Lydia Natour |
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